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lunes, 28 de mayo de 2007

RAZÓN VELADA. (1998).

Tengo la razón opaca.
Lúcidamente admití en mi cuerpo
-hasta que licuó mi mente-,
la entrada de la pena liquida.

Ahora mis miembros son lentos.
Impregnados de torpeza,
han macerado durante toda la noche
cuchillos que cortan mi pelo
desde más abajo de la raíz.
Cuchillos que rasgan la vigilia
y desmantelan el sueño.

Muero. Bruto y torpe muero.
Y es muerto cuando mas anhelo
el rescate de mi razón
velada por una sustancia.

Imagen: "Self-Portrait" de Francis Bacon, 1971. 35.5x30.5 cm; Musee National d'Art Moderne. Paris.

miércoles, 23 de mayo de 2007

VENTANA OESTE. (V).

Hace unos días, la luna acunaba mis sueños.

domingo, 20 de mayo de 2007

MAS FLORES, MUCHAS FLORES.

Momento dulce éste en el que puedes expresar abiertamente a los/as amigos/as que los/as quieres. Me relajo y vuelven a mí estos versos de Fernando Pessoa que en triste otrora transcribiera con la firme intención de abrir mi corazón, forzándome a estar en momentos ajenos. -Duele ver a quien no puede/sabe/quiere verte-.
Entiendo ahora que el amor -la propia vida-, no tiene que ser algo que nos cueste. Noto como mi corazón empieza a abrirse como una flor y veo la necesidad de aquel momento para traerme a éste. Mi suerte ahora es estar en éste momento.

Abrigo no meu peito, como a um inimigo que temo ofender,
Abrigo en mi pecho, como a un enemigo al que temo ofender,
Um coraçâo exageradamente espontâneo
Un corazón exageradamente espontáneo,
Que sente tudo o que eu sonho como se fosse real
Que siente todo lo que yo sueño como si fuese real,
Que bate com o pé a melodía das cançôes que o meu pensamento canta,
Que golpea con el pie la melodía de las canciones que mi pensamiento canta,
Cançôes tristes, como as ruas estreitas quando chove.
Canciones tristes como las calles estrechas cuando llueve.

Dai-me rosas e lírios,
Dame rosas y lirios,
Dai-me flores, muitas flores,
Dame flores muchas flores,
Quaisquier flores, logo que sejam muitas…
Flores cualesquiera, con tal de que sean muchas,….
Nào, nem sequer muitas flores, falai-me apenas
No, ni siquiera muchas flores, apenas háblame
Em me dardes muitas flores.
de darme muchas flores.
Nem isso… Escuita-me apenas pacientemente quando vos peço
Ni eso… Escuchame solo pacientemente cuando te pido
que me deis flores…
que me des flores,…
Sejam essas as flores que me deis…
Que sean esas las flores que me des…
F. Pessoa como Álvaro de Campos en “No, no es cansancio y otros poemas sin fecha”. Trad. de Adolfo Montejo Navas.

martes, 15 de mayo de 2007

MAYO FLORIDO.

Mayo, el mes de las flores.
Aunque mi madre insistía en que no nos desabrigáramos hasta su cuadragésimo día, con él llegaba la calor y en los años setenta, cada tarde, andaba yo quitándome apresuradamente el saquito (suéter o jersey por otros lares) y pidiendo con impaciencia la merienda.
Me gustaba esperar a mi hermana para ver que había aprendido cuando, tras las clases, pasaba por la catequesis de Doña Paquita y Doña Rosario, dos hermanas solteras, entradas en años -ya por aquel entonces-, que además de ejercer de maestras en el único colegio que había en el pueblo, procuraban en sus sesiones de catequesis adoctrinar nuestras impúberes conciencias a base de mantenernos en las más virtuosas tradiciones mientras nos enseñaban toda clase de canciones y ritos de exaltación mariana. Con ellas aprendimos numerosas coplitas como aquella de “Madre, óyeme, mi plegaria es un grito en la noche…” o la de “Alabaré alabaré, alabaré alabaré,…” -más tarde mi juvenil irreverencia me haría continuar: “…a-laaavaré mis calcetines…”, camuflando mi impía voz tras el jolgorio de los angelicales cánticos de mis pupilos-.
Uno de los rituales más vistosos que nos enseñaron las hermanas fue la creación de la “cruz de mayo” en nuestras propias casas. Llegado el momento, hacíamos acopio de algunas cajas de cartón, estampas de la virgen y flores, -muchas flores-, para montar un altarcillo donde supuestamente teníamos que rezar -aunque eso en mi agitada infancia, siempre fue algo secundario-. Elegíamos un lugar tranquilo para disponer las cajas de manera escalonada formando un pequeño zigurat y lo cubríamos con alguno de los mejores retales que había en la casa. Una vez creada la estructura rematábamos su cúspide con -para nuestro candoroso parecer estético- la mejor imagen que teníamos de la madre de Jesús –generalmente la mas grande- y distribuíamos por los escalones de aquella pirámide, las estampitas con motivos angelicales de las “primeras comuniones” de nuestros primos que celosamente se conservaban en una caja metálica de galletas. A continuación, adornábamos con todo tipo de flores aquella “perfomance”. Yo me empeñaba en colocar los jaramagos y margaritas que recogía para la ocasión pero mi hermana siempre se las ingeniaba para conseguir lirios y rosas que según ella eran las flores más apropiadas. Otro de mis afanes era añadir alguna velita para darle solemnidad al asunto, pero por suerte la cautela de mi madre siempre estaba ahí para impedírmelo.
Cuenta mi amiguete joserramón que en su casa llegaban a más: Su hermana y él colocaban un cojín delante del altarillo porque según les decían, la Virgen se arrodillaba allí para rezar. Para él fue una gran desilusión descubrir que las huellas que cada día hallaba -henchido de emoción-, en su cojín estampado no se debían a las rodillas de la Virgen sino al gato romano que siempre buscaba el lugar mas despejado de la casa para echarse la siesta.
Imagen: La Madonna im Rosenhag de Stefan Lochner. 1448.

jueves, 10 de mayo de 2007

EXPECTATIVAS.

Últimamente veo con -demasiada- frecuencia como muchos de los malentendidos y las desavenencias entre la gente, tienen un mismo origen: las expectativas que nos creamos respecto a los demás. Yo mismo doy fe de haberlo sufrido en mis propias carnes.
Puede resultar sorprendente -impresionante diría-, lo que se llega a hacer con tal de que alguien responda exactamente a lo que se espera de él/ella. Si a eso añadimos el orgullo, el resultado puede ser aterrador.
En una secuencia de la película “Jezabel” de William Wyler (1938), se puede ver lo que hace -mejor, lo que no hace-, Preston Dillard (Henry Fonda), para conseguir que su amada se comporte como todo el mundo espera que lo haga -obviando (menos mal) lo que se espera de él-. Para ver la actitud de su partenaire, Julie Marston (Bette Davis), -léase aquí un suspiro-, recomiendo -encarecidamente- ver la película. Impresionante.

miércoles, 9 de mayo de 2007

NO ES TANTO.

VENENO - No pido mucho. (1977).
A los 20 años, andaba gritando a la vida quién era, utilizando como himno toda canción con la que de alguna manera me sintiera identificado. Ésta de Kiko Veneno, era una. Todavía.

No pido mucho
poder hablar sin cambiar la voz
caminar sin muletas
hacer el amor sin que haya que pedir permiso
escribir en un papel sin rayas.

O bien si parece demasiado
escribir sin tener que cambiar la voz
caminar sin rayas
hablar sin que haya que pedir permiso
hacer el amor sin muletas.

O bien si parece demasiado
hacer el amor sin que haya que cambiar la voz
escribir sin muletas
caminar sin que haya que pedir permiso
hablar sin rayas.

O bien si parece demasiado…

domingo, 6 de mayo de 2007

JAQUE EN TREN. (y II).

(Viene de...) Siempre realizaba el mismo trayecto, sabía el tiempo aproximado que llevaba el desplazamiento de una estación a otra y como el paisaje ya estaba más que visto, podía entregarme plenamente a la lectura o al pasatiempo de turno. Cuando subía al tren, -quizá por mi incipiente misantropía-, trataba de subir a los vagones que me parecían más despoblados -casi siempre los últimos del convoy-, huyendo del molesto bullicio de los demás viajeros.
En cierta ocasión el revisor -que conocía mis costumbres y mi destino-, al verme entrar a uno de los departamentos más postreros, me advirtió con una seña que en Córdoba debía adelantarme a los vagones cercanos a la locomotora, ya que se produciría un reencanche y de no hacerlo me apartaría de mi ruta. Supongo que obvió que le entendería, pero yo -además de olvidar en que tipo de tren me estaba subiendo-, equivoqué la interpretación de su parco gesto, viendo en él un signo de cordialidad más que de advertencia.
Al llegar a la ciudad Califal andaba tan absorto rehaciendo una interesantísima partida de Capablanca con “Nosequiensky” -o “Nosequiev”- que no advertí si alguien dio aviso para que los viajeros nos reorganizáramos. Asi que cuando el tren volvió a ponerse en marcha, allí estaba, despreocupado de lo que me rodeaba, pendiente de mi tablero, intentando colocar cada pieza en el lugar que me proponía el periódico… y viajando totalmente confiado cada vez más al Sur en vez de al Oeste, alejándome ingenuamente de mi destino.
Poco más de media hora me llevo acabar de estudiar la partida y aunque acabé complacido de la dosis de maestría que acababa de disfrutar, no pude evitar enfrascarme en la resolución de un problema de ajedrez que se sugería en la misma página del diario, un “Jaque mate en tres” que acabó obsesionándome. Solo cuando lo resolví -no sin algo de ayuda-, me recosté satisfecho en el asiento para descansar la vista mientras miraba por la ventana y de paso, fijarme en alguna referencia que el paisaje me ofreciera para calcular el tiempo que faltaba para llegar a Sevilla. Pero obviamente el paisaje no me cuadraba.
- Perdone,… ¿Falta mucho para llegar a Sevilla? -pregunté inocentemente al revisor aprovechando que pasaba justo a mi lado-.
- ¿Sevilla?. Señor, está usted viajando a Málaga. -contestó mirándome de arriba abajo pareciendo buscar indicios para corroborar la idea que se estuviera formando de mi-, …¿Que iba a Sevilla? -preguntó al verme contrariado para dar continuidad a la conversación.
- Bueno,… en realidad voy a Huelva. -Titubeé-.
- Pues hoy no llega. -respondió convencido, pareciendo acostumbrado a los despistes de otros como yo-.
- ¡Buff ¡... -bufé-.
- Bueno,…vamos a hacer una cosa, espere aquí que ahora le digo que vamos a hacer. -dijo haciéndose cargo de la situación-.
Al cabo de un rato volvió y me explicó que estábamos llegando a Bobadilla y que si llegábamos a tiempo, allí podría embarcarme en otro tren que me devolvería a Córdoba. Me extendió un pase por si me lo pedía el revisor del otro tren, advirtiéndome que le explicara lo que me había pasado y recordándome que debía darme prisa en hacer el trasbordo.
Ya con dirección a Córdoba procuré relajarme viendo el -hasta entonces-, ignoto paisaje. Una vez allí, hice noche y llegué a Huelva al día siguiente.

Lo cierto es que parece haber algo en mi manera de funcionar en la vida que se muestra como una constante. Calificarlo simplemente como “despiste” me parece un poco pobre.

sábado, 5 de mayo de 2007

JAQUE EN TREN. (I).

De pequeño tuve que conformarme con imaginar que tenía un tren eléctrico con muchos metros de vía mientras jugaba con los tacos de madera que se desechaban en la carpinteria del barrio. En aquellos veranos de mi infancia, cuando una ráfaga de viento me traía el sonido de los convoyes al pasar por la estación -distante a un par de kilómetros más al Sur-, deseaba en lo más profundo de mi ser contar algún día con la oportunidad de poder hacer un viaje en alguno de esos trenes. Tendría que esperar bastante tiempo para hacer mi primer viaje y cuando llegó, la época en la que deseaba manejar trencitos eléctricos quedaba ya muy lejana. Cuando subí la primera vez a un tren estaba totalmente fascinado y no podía imaginar la infinidad de kilómetros que con el tiempo sumaría viajando entre vagones.
Fueron bastantes los años en los que movido por la pasión, -el deseo de verla cuanto antes era mi motor-, realicé numerosos viajes en trenes que me llevaban a su encuentro sin importarme el hecho de hacer transbordos o tener que esperar en alguna desierta estación hasta que el tren se volviera a poner en marcha tras una larga parada. Muchos de esos viajes fueron de madrugada en los que al final, llegaba a cogerle el tranquillo a aquellos rígidos asientos para poder descabezar algún sueño antes de llegar a mi destino. Las veces que viajaba durante el día, me gustaba ir aprovisionado con todo aquello que me pudiera entretener en mi vigilia ferroviaria. Como había de estar varias horas viajando, ideaba cualquier entretenimiento para hacer el rato más ameno, asi que además de mi trillado walkman, procuraba llevar algo para leer, libros, folletos, revistas especializadas en música o cine y sobre todo el periódico -porque antes de incorporar Internet a mi vida era de los que compraba el periódico con relativa frecuencia-. Hubo un tiempo en el que mi interés por el ajedrez me llevaba a rehacer la partida resuelta que ofrecía el diario, por lo que también no olvidaba echar en el macuto un pequeño tablero magnético para intentar digerir algo del buen hacer de los grandes maestros, Capablanca, Petrosian, Spassky, Fischer,… (Continúa en...).

jueves, 3 de mayo de 2007

VENTANA SUR. (IV).

Ubeda mira al sur desde su atalaya .

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Para el que sabe ver todo es transitorio