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lunes, 30 de abril de 2007

ESCUCHAR A LOS AMIGOS.

TOM WAITS - Little Trip To Heaven
-On The Wings Of Your Love-. (1973).
Esta canción está incluida en "Closing time", el disco que -sin pretenderlo-, me ayudó a acercarme a Daniel en aquella primavera de hace una década. Es uno de esos discos de los que sabes que te acompañaran siempre con independencia de lo que te ofrezca la vida, ya sea un largo viaje en tren, una tibia mañana de domingo o cualquier sosegada noche solitaria. Así que creed que para nada exagero cuando digo que éste disco -el primero de tan original compositor-, siempre lo he considerado como uno de mis mejores amigos.
Lazy trip to heaven on the wings of your love /
Suave viaje al cielo en las alas de tu amor
Banana moon is shining in the sky, /
la luna-platano esta brillando en el cielo
Feel like I'm in heaven when you're with me /
Me siento en el gloria cuando estás conmigo
Know that I'm in heaven when you smile, /
Sabes que estoy en el paraíso cuando sonries
Though we're stuck here on the ground, /
Aunque nosotros estamos atrapados aquí en la tierra,
I got something that I've found /
Tengo aquello que descubrí,
And it's you. /
y eso eres tú.

And I don't have to take no trip to outer space /
Y no tengo que hacer ningún viaje al espacio exterior
All I have to do is look at your face, /
todo lo que tengo que hacer es mirar tu cara
And before I know it, I'm in orbit around you /
y antes de que me de cuenta estoy en órbita a tu alrededor
Thanking my lucky stars that I've found you, /
Agradezco a las benditas estrellas de haberte encontrado.
When I see your constellation, honey, you're my inspiration, /
cuando vislumbro tu constelación, cariño, eres mi inspiración,
and it's you. /
y eso eres tu.

You're my north star when I'm lost and feeling blue, /
Eres mi estrella polar cuando estoy perdido y me siento gris
The sun is breaking through the clouds don't you, don't you know it's true? /
Es el sol el que se rompe a través de las nubes no tu, no lo sabes?
Honey, all the other stars seem dim around you /
Cariño, todas las demás estrellas parecen débiles a tu alrededor
Thanking my lucky stars that I've found you, /
Agradezco a las benditas estrellas de haberte encontrado,
When I see your smiling face, honey, /
cuando veo tu cara sonriente, cariño,
I know nothing ever going to take your place /
sé que nunca nada ocupará tu lugar.
and it's you. /
y eso eres tú.

And it's you, and it's you, and it's you, and it's you, and it's you
And it's you, and it's you, shoo-be-doo, ba-da-da.

jueves, 26 de abril de 2007

GAME OVER. (1998).

Mañana no existo, seré el mismo de ayer.
¡Que crueldad más inmensa!,
¡Que inutilidad responder correctamente
-que no es más de lo que se espera-,
y no acertar!.
¿Que juego es este en el que se cambian las reglas
a medida que se avanza sin nosotros?.
Abocados a perder, vivimos en la mentira.
Es el juego el que gana
consiguiendo que nos engañemos,
creyéndonos vencedores.
Querer y no poder dejarlo.
¡No me deis cartas!.
¡No preguntéis si mi respuesta no va a ser la acertada!
¡No queráis que rompa la baraja irrompible!
¡Si me apagáis las luces que sean todas y para siempre!
¡No las encendáis luego para negarme ver las cosas!
Rivales unidos para perder juntos,
para ganar en la mentira.
Inmensa apuesta perdida.

martes, 24 de abril de 2007

CALMA CHICHA.

Suerte que de todas las costumbres espirituales
–pasiones, deformaciones, complacencias, serenidad, etc.- ,
la única que sobrevive a los días es la calma. Volverá
.”
Cesare Pavese.


Después de haber tenido una semana de lo mas movida, ha sido viajando en autobús de vuelta a casa cuando me ha sobrevenido esa calma que de vez en cuando necesitamos para hacer balance de donde estamos -ya no digo en el autobús- y de donde venimos -tampoco diré de Málaga-. Y es que es del todo imposible que la celeridad con la existimos nos permita ser conscientes de que constantemente estamos inmersos en un proceso de cambio -aunque a veces sea más que evidente-.
Recobro la conciencia de los acontecimientos más cercanos y tengo que:
• Participo de ciertas jornadas de formación que me inducen a apreciar como con el tiempo me siento más cerca de encontrar un sentido a lo que hago -entiéndase en mi trabajo-
• Salgo indemne de un accidente que se me presenta más como una oportunidad para cambiar de coche que como un infortunio. -No hubiese querido que fuese así, pero…-
• Comienzo a leer “El Oficio de Vivir” de Cesare Pavese y descubro no solo un diario realmente revelador -¡un auténtico Blog comenzado en los años 30!-, sino un oportunísimo reflejo de mí -años atrás- en él.
Sin duda algo parece estar cambiando pero de momento me veo disfrutando de este viaje.

martes, 17 de abril de 2007

ATTICUS

Este fin de semana escuché a alguien explicar como la sensibilidad de ciertos niños les lleva a un terrible sufrimiento de no tener a alguien a su lado que les permita crecer tal como son. Lo que me hizo pensar que cualquier infancia que contara con la cercanía de un "Atticus Finch" sería de lo mas deseable.

viernes, 13 de abril de 2007

VENTANA SUR. (III).

A pesar de todo, es primavera.

martes, 10 de abril de 2007

CHACHI PERI.

Un paso más y una nueva llamada.

Todo va por donde tiene que ir. Y es que no hay nada como arrojar un poco de luz para ver donde estamos.
Gracias por compartir ese justo momento en que un torbellino de ilusión te sacudía el alma.
Chachi peri.

Imagen: "Tibetan Girl" de Steve McCurry.

domingo, 8 de abril de 2007

ECO, ECO, CO, O.

Siempre hay alguien que se hace eco de cualquier cosa sin detenerse a pensar si merece la pena contarse. Por otra parte hay gente que cuando habla dice mucho más de lo que aparentemente está contando.
Todo esto me recuerda esa escena de la película “Barrio” de Fernando León de Aranoa, donde el grupito de amigos protagonistas está entrando en una tienda y uno de ellos cuenta un chiste. En una lectura más atenta de la escena cabría la pregunta:
¿Cuenta el chiste o cuenta que contaron el chiste?

miércoles, 4 de abril de 2007

GOOD MORNING, BUJALANCE.

De cuando en cuando, uno de mis amigos más cercanos, cuenta una anécdota heredada de su padre y que protagonizó un tío suyo. Una historia ambientada en esos tiempos en los que nosotros éramos niños y nuestros padres -para poder criar a su prole-, tenían que desplazarse a cortijos de otras provincias para trabajar en las campañas agrícolas de temporada. Durante aquellos inviernos -el tiempo que duraba la campaña de la recogida de aceituna-, un surtido grupo de personas de diversas familias ocupaba las humildes estancias de esos cortijos para convivir de una manera extremadamente rudimentaria y realizar titánicas jornadas de trabajo que transcurrían “de sol a sol”.
Corrían los primeros años 70 cuando una cuadrilla compuesta por varias personas del pueblo -el tío de mi amigo entre ellos-, se desplazó a un cortijo de Bujalance -en la provincia de Córdoba-, para recoger la aceituna de los olivares aledaños. Poco tiempo necesitaron para adaptarse a las modestas instalaciones de aquella hacienda y la rutina del trabajo. El día comenzaba cuando los jornaleros que ocupaban las frías habitaciones de una planta superior, despertaban paulatinamente, y a medida que se preparaban, se iban congregando en una gran estancia de la planta baja donde había una chimenea que además de ser la fuente de calor de la casa, hacia las veces de cocina. Cumpliendo diariamente con el mismo ritual, bajaban buscando el frugal desayuno que tomaban antes de marcharse al tajo y el calor del hogar de leña que previamente avivaba el primero que se levantaba.
Pero eso de entrar en calor no era tarea sencilla ya que cada mañana encontraban delante del fuego a los dos mansos e inmensos mastines del cortijo que como pasaban la noche fuera, al abrirse las puertas, se apresuraban para recostarse en el lugar más privilegiado de la chimenea. Se colocaban tan cerca que sus cuerpos creaban una barrera infranqueable tanto para el calor que irradiaba la lumbre como para los resignados jornaleros que tenían que conformarse con calentarse someramente las manos por encima de sus colosales hechuras. Con ellos allí era prácticamente imposible que se pudiera caldear la estancia. Todos los días se repetía la misma historia: la gente quejándose de que no podían calentarse y los perros haciéndose los remolones para no apartarse de la candela.
Harto de no poder acceder a las excelencias del fuego matutino y de las quejas de sus compañeros, esa misma mañana el protagonista de esta historia decidió poner remedio a tan delicado asunto. Discretamente pidió a la cuadrilla que se adelantaran al tajo poniendo alguna razonable excusa y asegurando que se reuniría con ellos en seguida. Cuando después de un rato se sumó al grupo, alguno de sus camaradas se animó para preguntar al rezagado -no sin guasa y deseoso de descubrir alguna intimidad fisiológica-, lo que había estado haciendo.
-“Nada” -contestó-. Tan parco y esquivo fue en su respuesta que nadie insistió en la broma y aquel asunto permaneció en el olvido.
Hasta la mañana siguiente.
Como cada día, los jornaleros se desperezaban mientras se aseaban y arreglaban el catre y diligentemente se preparaban para bajar al salón. Todo parecía igual que mañanas anteriores si no fuera porque cada vez que alguien entraba en la estancia y daba los buenos días los perros abandonaban la sala gimoteando con la cabeza gacha y el rabo entre las piernas. Todo el mundo se preguntaba que les ocurría y aunque sospechaban del pariente de mi amigo, no pudieron sacarle palabra alguna sobre si tenía algo que ver con el extraño comportamiento de los canes.

Con el tiempo, un empleado de la finca llegó a relatar como aquella mañana, mientras preparaba algunos aperos cerca del cortijo, escuchó dentro de la hacienda unos gritos tremendos y unos ladridos aterradores. Alarmado, corrió hasta la casa tratando de imaginar la escena que pudiera haber estado teniendo lugar. Cuando llegó a la puerta se la encontró cerrada a cal y canto, resultando del todo imposible tanto entrar como salir. Comenzó a llamar y a gritar que abrieran la puerta, pero su voz quedaba anulada por el tremendo jaleo que había en el interior. Dijo haber escuchado como alguien gritaba sin cesar “¡¡Buenos días,... buenos días,...!!” mientras sonaban los terribles chasquidos de lo que parecía un látigo. A cada chasquido los perros proferían espantosos aullidos, presos en una espiral de dolor y pánico. Cuando por fin se abrió la puerta y los perros salieron en tropel, apareció tras ellos uno de los jornaleros que recolocándose la correa en sus pantalones, le saludó secamente pero cordial con un “Buenos días”. El empleado reconoció en ese campechano hombre la voz que minutos antes gritaba en el interior de la casa y sin comprender muy bien que había pasado quedó mudo y rascándose la gorra, viendo como el tío de mi amigo se alejaba de allí.

Imagen: Perro semihundido de F. de Goya. 1820/21. Museo del Prado.

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Para el que sabe ver todo es transitorio