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miércoles, 26 de diciembre de 2007

CHATARRA.

E. COSTELLO/A. S. VON OTTER - Broken bicycles+junk. (2001).

TOM WAITS - Broken Bicycles. (1982).

THE BEATLES - Junk. (1968).


Broken bicycles, old busted chains
Bicicletas rotas, viejas cadenas estropeadas
With rusted handlebars out in the rain.
con manillares oxidados bajo la lluvia.
Somebody must have an orphanage for
Alguien debe tener un orfanato para
all these things that nobody wants any more
todas estas cosas que nadie quiere más.
September's reminding July
Septiembre recuerda a julio
It's time to be saying goodbye.
es hora de decir ¡adiós!.
Summer is gone, but our love will remain
El verano se ha ido, pero nuestro amor permanecerá
like old broken bicycles out in the rain.
como viejas bicicletas rotas bajo la lluvia.

Motor-cars, handlebars
Coches, manillares
Bicycles for two
Bicicletas para dos
Broken-hearted Jubilee
Desolado aniversario
Parachutes, army boots
Paracaídas, botas del ejército
Sleeping bags for two
Sacos de dormir para dos
Sentimental Jamboree
campamento sensiblero
Buy, Buy
Compra, compra
Says the sign in the shop window
dice el cartel del escaparate
Why, Why
Por qué, Por qué
Says the Junk in the Yard
Dice la chatarra en el corral

Broken bicycles, don't tell my folks
Bicicletas rotas, no digais amigos,
there’s all those playing cards pinned to the spokes
allí están todas aquellas jugando a las cartas fijadas a los radios
laid down like skeletons out on the lawn.
acostadas como esqueletos sobre el césped.
The wheels won't turn when the other has gone,
Las ruedas no giraran cuando acabe el asunto,
the seasons can turn on a dime
las estaciones podrán torcerlas.
Somehow I forget every time
De algún modo, lo olvido siempre.
For all the things that you've given me
Para todas las cosas que me has dado
will always stay. they're broken,
estaré siempre. Están rotas,
but I'll never throw them away.
pero nunca las tiraré.

domingo, 23 de diciembre de 2007

DEVANEO. Dos.

Débiles alfileres de luz penetran por el entramado del tejido. Recostado sobre un paño ciego, la placentera penumbra me arropa adormecido. Unos dedos descienden para acurrucarse junto a mí y en el mayor abrazo jamás recibido, despierto cegado por la luz y la brisa suspendido en el aire.

jueves, 20 de diciembre de 2007

NATIVIDAD.

I.
Una tarde de primavera de hace unos 30 años, andaba yo inmerso en mis juegos pueriles cuando unas incontrolables ganas de calmar mi sed, me llevaron a entrar en casa en tropel, buscando con urgencia un buchito de agua. Cuando crucé la puerta descubrí sorprendido que la mayor de mis primas, que acababa de ser madre, había venido a visitarnos con el pretexto de presentarnos a su primer y -con el tiempo-, único vástago. -Casi escribo con “B” lo de “vástago” pensando en la “saludable” treintena que ahora goza el muchacho, y es que treinta años dan para mucho,… una cosa-. En fin,…
No se que noté en el ambiente que me hizo posponer la guerrilla de terrones de la que estaba participando en las zanjas de los desiertos solares de la manzana colindante. Quizá fuera que no era frecuente ver a mi prima por la casa e independientemente del motivo, no dejaba de ser una novedad su visita. Bueno, eso y que mi actividad hormonal más libidinosa me hacia verla sencillamente preciosa. Me miraba placidamente con una amplia sonrisa, dedicándome parte de la ternura con la que mimaba a su retoño, pero aunque la escena de mi prima con su bebé impregnaba el aire de quietud, se respiraba cierta expectación. Mi madre me apremiaba a volver a mis juegos en la calle, ella, que siempre andaba llamándome a grito pelado por las esquinas. Estaba claro que algo pasaba así que, me hice el remolón para averiguarlo.
Casi sin darme cuenta, mientras mi madre insistía en que desapareciera de allí, mi prima se desabotonó la blusa en un periquete diciendo:
- No te preocupes tita,.. ¡habrá cosa más natural que esto!. Y mientras lo decía, con toda la naturalidad que declaraba, ponía al descubierto uno de sus pechos, para mi sonrojo.
Aquella visión quedó grabada en la tierna retina de mis ocho años. Era la primera vez que veía algo así,… grande, asombrosamente blanca, deslumbrante, con una gran aureola oscura,… un prodigio que mi prima manejaba con la misma delicadeza que manipulaba la cabeza de la criatura.
Resultó que había llegado a casa justo en el momento en el que tocaba dar de mamar al crío y mi presencia allí parecía estar de más, -al menos para mi madre-. Fue entonces cuando ruborizado, hice mutis excusándome para beber agua y después de eso, me marché a la francesa para sumarme de nuevo a la aplazada contienda.
Aquella noche de nuevo mis sueños -como todos los de aquella época-, volvieron a poblarse de aventuras donde yo, héroe de mil batallas, me deshacía pronto de mis enemigos para volver cuanto antes al regazo de mi amada, pero esta vez las imágenes que mi mente construía de mi onírica princesa fueron bastante más explícitas.

II.
Viajé por el tiempo hasta mi mocedad donde un buen día de navidad, mi padre -después de haber estado “de tabernas”-, se presentó en casa mostrando con orgullo un cuadro que le había regalado su madre. Se trataba de una lámina dieciochesca, humildemente enmarcada, de una virgen lactante. Un rollizo niño de pelo ensortijado tomaba leche del pecho de su atenta madre que vestía una túnica de tonos verdosos. El cuadro de ajado marco, irradiaba un halo de pasmosa serenidad y en cuanto lo vi me evocó aquella escena con la que años atrás, me había deleitado mi prima.
La pudorosa moralidad de mi madre consideró aquella imagen cuanto menos irreverente y eso, unido al reproche hacia mi padre de haber llegado etílicamente desinhibido, hizo relegar el cuadro a un rincón de la salita donde casi siempre estaba oculto tras la cortina de la ventana.
En una de las siguientes mañanas en las que mi padre y yo coincidimos tomando su acostumbrado "canto con bacalao" -que tanto disfrutaba-, llegó a alcanzar desde donde estaba sentado la cortina que tapaba la polémica estampa y dejándola asomar me preguntó:
- ¿Te gusta?.
- Mucho. -dije en uno de los poquísimos momentos de complicidad que pude compartir con él-.

Imagen: "Virgen de la Leche" de José Camarón Bonanat. S.XVIII.

miércoles, 19 de diciembre de 2007

VENTANA SUR (VII).

¿Que ve quien mira absorto a la lejanía?

lunes, 17 de diciembre de 2007

NECESIDAD.

Que queréis que os diga, cuando leí "Aprendizaje o El Libro de los Placeres" (1969) de Clarice Lispector, pensé que algún día subiría aquí el párrafo que sigue. Ha llegado el momento.

"...Pero mira a todos a tu alrededor y ve lo que hemos hecho de nosotros y de eso considerando como victoria nuestra de cada día. No hemos amado por encima de todas las cosas. No hemos aceptado lo que no se entiende porque no queremos pasar por tontos. Hemos amontonado cosas y seguridades por no tenernos el uno al otro. No tenemos ninguna alegría que no haya sido catalogada. Hemos construido catedrales y nos hemos quedado del lado de afuera, pues las catedrales que nosotros mismos construimos tememos que sean trampas. No nos hemos entregado a nosotros mismos, pues eso sería el comienzo de una vida larga y la tememos. Hemos evitado caer de rodillas delante del primero de nosotros que por amor diga: tienes miedo. Hemos organizado asociaciones y clubs sonrientes donde se sirve con o sin soda. Hemos tratado de salvarnos, pero sin usar la palabra salvación para no avergonzarnos de ser inocentes. No hemos usado la palabra amor para no tener que reconocer su contextura de odio, de amor, de celos y de tantos otros opuestos. Hemos mantenido en secreto nuestra muerte para hacer posible nuestra vida. Muchos de nosotros hacen arte por no saber cómo es la otra cosa. Hemos disfrazado con falso amor nuestra indiferencia, sabiendo que nuestra indiferencia es angustia disfrazada. Hemos disfrazado con el pequeño miedo el gran miedo mayor y por eso nunca hablamos de lo que realmente importa. Hablar de lo que realmente importa es considerado una indiscreción. No hemos adorado por tener la sensata mezquindad de acordarnos a tiempo de los falsos dioses. No hemos sido puros e ingenuos para no reírnos de nosotros mismos y para que al fin del día podamos decir 'al menos no fui tonto' y así no quedarnos perplejos antes de apagar la luz. Hemos sonreído en público de lo que no sonreiríamos cuando nos quedásemos solos. Hemos llamado debilidad a nuestro candor. Nos hemos temido uno al otro, por encima de todo. Y todo eso lo consideramos victoria nuestra de cada día. Pero yo escapé de eso, escapé con la ferocidad que se escapa de la peste, y esperaré hasta que tú estés más preparada."

Perdón por el "cortapega", pero todo es necesario. Si no conocéis a esta autora, os recomiendo encarecidamente su lectura.
Por cierto, ¿llegasteis a leer la entrada titulada "Picnic Urbano" que subí en agosto del año pasado?. Entonces, aún no habia leido a la Lispector y creo que -al menos en su última parte-, ambos escritos comparten el mismo sentimiento. Os lo invito a leer.

sábado, 15 de diciembre de 2007

DÉjÀ VU.

Este verano realice mi primer viaje en avión.
Una vez controlado el nerviosismo del despegue, me abandoné al espectáculo que me ofrecía la diminuta ventanilla de la aeronave: Pueblos al cobijo de los montes conectados entre si a través de las sinuosas trayectorias de carreteras y ríos; bosques incompletos despojados de su espesor, heridos por explotaciones y prospecciones y asediados por monótonos monocultivos; costas con su perfil hilvanado por blancas líneas discontinuas entre la tierra y el mar en las que se reconocían sus playas.
Todo un mar de contrastes repleto de islas de vegetación, aglomeraciones de viviendas y balsas de agua; un tapiz multicolor tejido con los caminos, los sembrados, los tendidos eléctricos y las sombras de las nubes; un enorme mosaico de incrustaciones verdes, amarillas, ocres, rojizas,… envuelto en un gran azul donde divertido, jugaba el sol reflejándose por doquier aprovechando la mas mínima oportunidad.
Sobrevolar las nubes, ¡el mundo al revés!: surcaban el aire al lado del aparato con sus caprichosas formas (no, ninguna semejaba un delfín), pareciendo atender a alguna llamada inaudible para confluir en un lugar convenido donde liberarse de su peso. -Resultó inevitable pensar que podías viajar sobre ellas-. Sobre el mar, se ordenaban como huestes amenazantes preparadas para descargar en la tierra las largas lanzas que parecían portar. Sonreí al imaginarme que en cualquier momento podían llover “chuzos de punta”.
Fue un vuelo corto pero suficiente como para bajarme del avión con la extraña sensación de haber volado antes.

Es fácil percatarse de todo si alcanzas a tener una perspectiva más alta de las cosas que te permita verlas de una manera global. Todo empequeñece sin perder su identidad para permitirte vislumbrar que lugar ocupas en ese preciso momento y si apuras, advertir el lugar que ocuparás u ocuparías dependiendo del lugar que ocupa lo demás. (Uy, esto último es un poco trabalenguas).

viernes, 14 de diciembre de 2007

DEVANEO. Uno.

Ayer miré al futuro y pude ver como escribía esto sobre ayer.

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Para el que sabe ver todo es transitorio