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miércoles, 29 de julio de 2009

¡PAJARITOS A VOLAR!

…y ahora que todo y yo, que somos todo,
parecemos estar en nuestro sitio
-porque ciertamente todo siempre está bien donde está-,
la cubierta se cubre de advenedizas escamas
que insinúan que esta calma chicha
no puede formar parte de ningún buen augurio.
Cuando un corro de abubillas danzan frenéticas en la proa,
y mi ilusión clama confiada en este yermo piélago,
ajena al prometedor norte marcado
por cualquier bienintencionada estrella
o a la estela de achacosos propósitos
que retorciéndose desaparecerán por la popa,
levo anclas y bogo hacia lo que todavía no soy.

CARLOS CANO - "La estrella perdida". 1983.
Cuando sientas que todo se fue,
que la estrella su rumbo perdió,
que el espejo no sabe de ti,
que el amigo tu nombre olvidó
y te digan que ya no hay razón
ni belleza por la que morir,
que ese tiempo pasó, que eres ya
un extraño en tu propio país,
las cenizas de un mundo vencido
cubren los caminos que no han de volver
y aquel sueño tiempo será un día,
la estrella perdida, la imposible luz
y otro fuego por dentro arderá...

¡Hala, que la luz de la mañana
azules pone las ramas!,
¡Pajaritos a volar!
¡Hala, Abrid que la vida llama,
que le están saliendo alas
que no las derrite el sol!

Tú que buscas otra realidad.
Tú que sientes la fuerza interior,
imagina, sueña ese lugar
donde sea posible el amor.
La utopía abrirá las fronteras
que al mundo separan de la inmensidad,
donde el fresa vence las tinieblas,
florecerá el canto de un pájaro azul,
y la vida más vida será...

Si este mundo ha de cambiar
yo no me pongo a llorar
que vienen tiempos mejores,
porque quien mira p'atrás
como una estatua de sal
acaba por los rincones.

lunes, 20 de julio de 2009

SALIR POR PETENERAS.

A veces, salgo por peteneras y acabo diciendo lo que pienso, lo que puede hacer que alguien pueda "salir por peteneras".

CARMEN LINARES - "Quisiera yo renegar" (Petenera). 1996.

Quisiera yo renegar
de este mundo por entero
volver de nuevo a habitar,
por ver si en un mundo nuevo
encontraba más verdad.

Ni aun durmiendo puedo tener
tranquilo mi pensamiento
porque yo tengo un continuo padecer,
que esta pasando mi cuerpo
por cumplir con su deber

sábado, 18 de julio de 2009

VENTANA SUR (XVI).

... poder seguir vislumbrando el color entre los grises.

martes, 14 de julio de 2009

HUMO QUE NO HAS DE FUMAR...



He vuelto a dejar el tabaco, una vuelta de tuerca más en esta relación de amor-odio que mantengo con él desde hace casi cinco lustros, -tiempo en el que lo he abandonado mil veces, para mas tarde reconciliarme otras tantas de nuevo-. No diré que “de esta agua no beberé” más, pero de momento, después de más de tres semanas y sintiendo ya los beneficios físicos que supone despedirse de mi deletéreo amigo, estoy encantado de mi nueva condición de ex fumador.
Pero,… ¿Cuál fue el primer paso para haber llegado hasta aquí?
La historia comienza un frío otoño de mi ya lejana infancia, cuando apenas contaba con unos nueve o diez años, un par más que mi amiguete Miguel. El plan era fácil: sisaríamos a nuestros abnegados padres alguno de sus “Celtas” -en mi caso- o “Ducados” -en el suyo-, irnos a algún solitario solar del barrio e iniciarnos en la seductora afición del “fumeteo”. Hacía pocos días que, en una de nuestras exploraciones a la barriada, la casualidad quiso que encontráramos un chisquero todavía en buen uso y bueno, aparte de encender alguna que otra candela en los susodichos solares, supongo que quisimos sacarle el máximo partido.
Como no existe el crimen perfecto, siempre sujeto a cualquier repentina contingencia, la tarde que elegimos para nuestra ingenua conspiración se maleó tanto, que en un santiamén cayeron chuzos de punta. Pero, aún sin poder salir a la calle, decidimos seguir adelante con el plan, conviniendo que ningún escondrijo era suficientemente seguro para ocultar hasta el día siguiente los pitillos que tan diligentemente habíamos birlado esa misma mañana. Antes del almuerzo ya lo habíamos decidido: Miguel vendría a jugar a casa y una vez allí -ya veríamos como-, perpetraríamos el delito. Obviamente tampoco se nos ocurrió que, si difícil era ocultar unos cigarrillos, más lo sería que pudieran pasar desapercibidos dos niños fumando dentro de casa.
Nos las ingeniamos para acabar en el trastero con la firme intención de consumar nuestro subrepticio plan. Sin pretenderlo, impregnamos aquel trance con un ceremonioso halo de misterio, como en cualquier buen rito de iniciación que se precie. Después de hacer un breve inventario del material que necesitábamos, -a saber, un par de cigarrillos y un mechero-, supimos que había llegado la hora de la verdad. Era consciente de la trasgresión que significaba dar aquel paso, pero también del miedo que me causaba darlo, miedo que se unió al frío en mis temblorosas manos para hacerme titubear al colocarme el cigarrillo entre los labios, despertando así la sonrisa cómplice de mi amigo. Obnubilado por el calorcillo que sentí en la cara al prender el cigarro y la extraña sensación -mitad deleite, mitad mareo-. que me producía inhalar aquel humillo dulzón, percibí ese trascendental momento como algo sublimemente mágico. Fue cuando reparé en como mi cuerpo experimentaba la excitación que conlleva lo prohibido a través de la notable erección con la que me estaba agasajando, -puede que fuera ahí, precisamente ahí, donde quedé enganchado al tabaco- pero fue ahí, precisamente ahí, cuando mi hermano, que toda la tarde había estado pendiente de nuestro tejemaneje, apareció de sopetón.
- ¡¡Ottia!!,.. ¡te la has cargao, nene!... -amenazó al percatarse de lo que ocurría- …¡¡Mamaaa,… a ver el neneee!!... ¡Corre!,… ¡Ven! -gritó impaciente, con la urgencia de que mi madre pudiera pillarme todavía in fraganti-.
Mi madre, alarmada, sin saber que iba a encontrarse, cruzó el patio a toda prisa. Creo que al verme tan asustado, palmariamente trempado y mareado -efecto del par de caladas que pude dar al pito, antes de arrojarlo detrás de un saco de picón, justo cuando mi hermano hizo acto de presencia-, le costó hacerse una correcta composición del lugar:
-Pero... ¿qué hacéis? -concluyó entre abatida y atónita-
A Miguel lo mandaron a casa con la amenaza de que su padre sabría de sus escarceos con el tabaco, mientras yo sufría durante toda la tarde el suplicio de la regañina de mi madre y el escarnio de mis hermanos.
Tuve que retrasar hasta los quince años mi iniciación al tabaco.

miércoles, 8 de julio de 2009

LA MEZQUINDAD. (Falso poema).

1987.
“…Qué difícil es quedarse quieto, indiferente,
mientras todo entorno hace ruido.
En esta época de locos nos faltaban
los idiotas del horror.
He oído los disparos en una vía del centro.
Cuánta estúpida gallina, se pelea para nada…”
Bandera blanca”, Franco Battiato.
2008.
“…Puede ser que mañana esconda mi voz
por hacerlo a mi manera.
¡Hay tanto idiota ahí fuera!
Puede ser que haga de la rabia mi flor
y con ella mi bandera.
¡Sálvese quien pueda!...”
Sálvese quien pueda”, Vetusta Morla.









La mezquindad,
-esa alevosa y desconsiderada manera de ver la vida
desde el prisma del ansia y la avaricia-, existe.
Basta detenerse delante del ruido para ver
la impertinente veleidad de la inmadurez,
la pérfida cicatería de la manipulación,
la irrespetuosa procacidad de la ignorancia,
la hipócrita alevosía del egocentrismo,
el ridículo -a la par que aterrador- victivismo de la dejadez,
la infamia de la codicia.
Los que atesoran, los que escatiman,
los que se apropian de lo que no les pertenece,
los que tanto desean, quizá merezcan que les den.


Escena: “Ghost World” de Terry Zwigoff, 2001.

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Para el que sabe ver todo es transitorio