DEVANEO. Dos.
Débiles alfileres de luz penetran por el entramado del tejido. Recostado sobre un paño ciego, la placentera penumbra me arropa adormecido. Unos dedos descienden para acurrucarse junto a mí y en el mayor abrazo jamás recibido, despierto cegado por la luz y la brisa suspendido en el aire.
2 comentarios:
Momentos de oro,amigo,de oro...
Que disfrutes muchos así.Un besote y mis mejores deseos para estos días que se avecinan...
Disfrútalos.:-)
Te deseo lo mejor para el 2008, y sigas teniendo amaneceres tan bellos .
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