DEVANEO. Ocho.
Al girar en una esquina, rueda una moneda hasta mis pies. Levanto la vista y descubro a una joven madre que, cargada con numerosas bolsas y un bebé en uno de sus brazos, arrastra atropelladamente con su mano libre a otro niño que camina dando trompicones y mirando hacia atrás con su manita extendida. Sonrío y me devuelve la sonrisa justo cuando, obedeciendo la indicación de su madre, vuelve la cara hacia delante.
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