________________________________________________
________________________________________________

jueves, 26 de noviembre de 2009

EX LIBRIS.

Cuando conocí a Marina el primer día que entré en la casa, no podía imaginar lo intensos que serían los días que habrían de venir junto a ella, días saturados de innumerables tareas que daban poca tregua para serenarse, siquiera un ratito.
Habíamos de esperar a que llegara la noche para poder disfrutar del descanso y permitirnos el simple lujo de charlar, mientras nos tomábamos a sorbitos alguna reconfortante infusión. En principio y debido a la inercia de la actividad de la jornada, no hablábamos de otra cosa que no fueran los niños, haciendo balance y planes de todo cuanto les concernía, pero con el tiempo, la intensidad con que vivíamos nuestras faenas diarias, se hizo también presente en aquellos noctámbulos acercamientos y de a poco, mientras advertíamos que en aquel periplo sólo nos teníamos el uno al otro, fuimos conociéndonos a través de nuestras trasnochadas conversaciones.
Poco tiempo pasó para percatarnos de cuanto nos gustaba y necesitábamos nuestra cercanía, así que, poco tiempo pasó hasta que llegaron las manifestaciones de afecto: las cortesías, los cumplidos, los guiños, los mimos,… los abrazos. El tiempo con mi compañera en aquella casa, queda en mi corazón como el año de los abrazos, cualquier encuentro era un abrazo, cualquier momento era bueno para regalarnos alguno, nos buscábamos para abrazarnos, ideábamos pretextos que acabaran en un abrazo,… llegarían los días en los que los abrazos no terminarían en si mismos.
Antes de que aquello terminara me regaló un libro que buscó hasta que lo encontró y que desde entonces, ha sido algo recurrente en mi vida, un libro prestado y no devuelto, buscado para ser regalado y regalado sin ser esperado, un libro que vuelve una y otra vez para hacerme revivir aquel tiempo: "El Libro de los Abrazos" de Eduardo Galeano.


Imagen: “Abrazo (Jazmines)” de Natividad Jiménez.

6 comentarios:

Mas dijo...

Qué pasado tan presente, el de la piel y el sabor de otra persona, que se derrama hasta un libro (que debiera tener almohada).
Los caminos que huyeron de allí hasta aquí, están jalonados de flores que huelen a abrazo, a casa y al secreto que trae un libro sin abrir sus pastas.
La rutina de un pasado que se relame, quizás para amontonarse y repetirse y si fuera necesario eternamente, no se vería como una condena... sino que ha llegado la hora de convidar.

Mas dijo...

Qué pasado tan presente, el de la piel y el sabor de otra persona, que se derrama hasta un libro (que debiera tener almohada).
Los caminos que huyeron de allí hasta aquí, están jalonados de flores que huelen a abrazo, a casa y al secreto que trae un libro sin abrir sus pastas.
La rutina de un pasado que se relame, quizás para amontonarse y repetirse y si fuera necesario eternamente, no se vería como una condena... sino que ha llegado la hora de convidar.

Mas dijo...

Qué pasado tan presente, el de la piel y el sabor de otra persona, que se derrama hasta un libro (que debiera tener almohada).
Los caminos que huyeron de allí hasta aquí, están jalonados de flores que huelen a abrazo, a casa y al secreto que trae un libro sin abrir sus pastas.
La rutina de un pasado que se relame, quizás para amontonarse y repetirse y si fuera necesario eternamente, no se vería como una condena... sino que ha llegado la hora de convidar.

Mas dijo...

Estas máquinas endiabladas no hay quien las controle, sorry.

Anónimo dijo...

El abrazo de un recuerdo tan dulce no tiene igual- un abrazo asi forma una parte integral de la poesia de nuestras experiencias unicas-Te ofrezco un poema:

This Much I Know:
Poetry will not go quietly. You would have to starve it out, and it can eat on very little. Hunger and love move the world, didn't Schiller say so.
(-C.D. Wright.)

Manolo Merino dijo...

Mas,
me gusta la idea de celebrar los recuerdos. Es la mejor manera de que te acompañen, de otro modo, seríamos nosotros quienes estaríamos acompañando a ellos.

Salud y valor con las máquinas.

Anónimo,
gracias amiga, desde luego el abrazo es uno de los gestos más cercano a la poesía.

Espero que sientas cercano el que desde aquí te mando.

____________________________________________

Para el que sabe ver todo es transitorio