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jueves, 10 de junio de 2010

TERAPIAS Y DRAMAS.

Al fin y al cabo,
somos lo que hacemos
para cambiar lo que somos.
EDUARDO GALEANO.

Por mucho que las facilite, no sería acertado pensar que sólo con el dominio de ciertas habilidades sociales básicas podamos estar asegurando la buena salud de nuestras relaciones con los demás,… además, cabría pensar que no deberían resultar tan difíciles si existe buena disposición para dejar asomar mínimamente ese “mejor hacer” -del que todo dios dispone-, en el implacable ejercicio de nuestra condición de empleado, ciudadano, vecino, compañero,… pero a ver, visto el vertiginoso y soliviantador panorama, que malcontentos y vehementes transitamos a diario -y en el que serenidad, mesura y corrección son fútiles palabras-, no es extraño que cada vez más, al “más-pintao”, -en algún momento, en mayor o menor medida-, le ocurra que, de tanto roce, prenda.
Y es ahí, precisamente ahí, -en ese justo momento en el que prenden las pasiones-, donde pueden estar anidando algunas de las mayores tragedias personales de las que podamos tener constancia,… algunas verdaderamente dramáticas.

CHANO LOBATO - "Soleá". 1997.

Tiro piedras por las calles
y al que le dé, que perdone
tengo mi cabecita loca
de tantas cavilaciones.
Yo voy arrancando las piedras de la calle
y al que le dé, que perdone

Yo no tengo mas remedio
que agachar mi cabecita
y decir que lo blanco es negro
y en mi cortitas oraciones
decir que lo blanco es negro.

Acuérdate cuando entonces
bajabas descalcita a abrirme
y ahora no me conoces,
vente conmigo
a la retama de los olivos,
te voy a querer
aunque no tenga pan que comer.


Escena: "Los Olvidados" de Luis Buñuel. 1950.

2 comentarios:

edmundo serna ruz dijo...

Lo pones difícil, como asomarse a las tapias del "conde" para descubrir que se ve lo mismo que al asomarse a las tapias del propio corazón; un erial, una vieja huerta y un perro chico. Hay quien dice ver hasta una fuente, un pozo y una higuera, y hasta una vieja que desgrana mazorcas...
Yo vi a ese chiquillo impotente, aplastado por la indiferencia y huérfano de los cariños que su seca madre mataba a escobazos.
Pero lo vi en cine mudo, no quise verlo en cine quejica ni en cine llorica y penas, ¡ea!, y tuve bastante. Salud, a ti que te cunde.

Manolo Merino dijo...

Edmundo,
amigo, tu claridad de visión se asoma por encima de las tapias de la mera queja para acompañar por el aire a las filigranas del quejío más hondo.

Recibe un abrazo agradecido de seguir viéndote por aquí.

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Para el que sabe ver todo es transitorio