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domingo, 12 de noviembre de 2006

VERANILLO DEL MEMBRILLO

Hoy, como ayer en el que se celebraba el día de San Martín, ha sido un día muy soleado, con una temperatura, tan agradable, que invitaba a salir y confundirse con la gente que se echa a la calle para pasear, aprovechando esta deferencia del clima. Es el “Veranillo del membrillo”.
Una amable brisa, la tibieza del sol en la cara y el bullicio de la gente me han evocado el ambiente de la playa, -real y literario-, del que fui testigo el verano de hace un par de años cuando pasé unos días en casa de Mila, en Marbella.
Aquel verano la lectura en la playa de "Muerte en Venecia" de Thomas Mann, fue algo mágico. Recorrí aquel breve relato sumido en un estado de expectación, imaginando y buscando entre sus páginas y la gente de la playa, la enigmática belleza de Tadzio mientras trataba de que mi curiosidad no me llevara a la indiscreción; acompañando al protagonista en su inquietante viaje por Venecia, viendo como se apagaba de apoco, inmerso en la búsqueda de un ideal inalcanzable.
Cuando regrese a Úbeda me afané en conseguir la película de Visconti. Aunque quizá la hubiera visto antes, estaba seguro de que una segunda lectura del film sería la ilustración perfecta al relato que acababa de leer.
Hoy este veranillo de San Martín se ha hermanado con aquel verano. Los recortes de las distendidas, frívolas e ingenuas conversaciones de la gente, los agudos chillidos de los niños en el jolgorio del juego, los pregones de los vendedores, –hoy aullados por la megafonía de los coches-,… el ambiente perfecto para reparar en la belleza, -por muy efímera que pueda ser-, de cuanto nos rodea.

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Para el que sabe ver todo es transitorio