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domingo, 23 de diciembre de 2007

DEVANEO. Dos.

Débiles alfileres de luz penetran por el entramado del tejido. Recostado sobre un paño ciego, la placentera penumbra me arropa adormecido. Unos dedos descienden para acurrucarse junto a mí y en el mayor abrazo jamás recibido, despierto cegado por la luz y la brisa suspendido en el aire.

2 comentarios:

Isabel dijo...

Momentos de oro,amigo,de oro...
Que disfrutes muchos así.Un besote y mis mejores deseos para estos días que se avecinan...
Disfrútalos.:-)

CONSCIENCIA dijo...

Te deseo lo mejor para el 2008, y sigas teniendo amaneceres tan bellos .

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Para el que sabe ver todo es transitorio