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lunes, 1 de diciembre de 2008

DEVANEO. Dieciocho.

La noche es ahora un hálito frío con olor a chimenea que lame los reflejos de mi rostro, el calor de la música se desliza por entre el siseo del aire cuando lo tomo en cada bocanada, mientras titilan las luces de los pueblos vecinos en la oscuridad lejana,... planeo mentalmente por el cielo de otros días para reconocer la inesperada sensación peregrinamente familiar que es reconciliarse consigo mismo.

2 comentarios:

Isabel dijo...

Qué bien describes momentos tan íntimos y personales como el que relatas...
Incluso en tan pocas palabras trasmites mucha paz.
De paso quería agradecerte el hecho de que "sigas" mi blog,aunque siempre prefiero pensar que me acompañas.
;-)Un abrazo y buen día.

Isabel dijo...

Bah, ya he corregido antes una vez y no lo hago más,arriba debí escribir "transmites", ok?
Un nuevo lapsus y perdón... :-))

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Para el que sabe ver todo es transitorio