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lunes, 24 de julio de 2006

JEZZÚS. (I).

Esa tarde sonaba alguno de los discos que trajo Jesús respondiendo a mi afán de hacer acopio de música. “Giant steps” de John Coltrane, “All for you” de Diana Krall, ”Fathers & sons” de la Familia Marsalis, “Karma“ de Pharoah Sanders,...
En ese ambiente compartido de descanso, música y diálogo supe más de él, algunas cosas realmente sorprendentes.
Descubrí, por ejemplo, su edad (aparentaba muchísimos menos), la curiosidad, (esa búsqueda en otro de algo nuestro), me llevó a preguntarle.
–“No me gusta decir la edad, puede crear...”, no terminó la frase, no porque no encontrara la palabra, solo la omitió. La acabé yo mentalmente: “...prejuicios”, reconociéndome en la impresión que me causó sus 57 años.
Supe también que estuvo en Japón, –“el sol nos acompañaba durante casi todo el viaje”-, recibiendo las enseñanzas de un maestro budista para más tarde arribar en el centro de retiro “O-sel-ling” en Granada; que marchó al extranjero para evitar hacer la mili -“En aquellos tiempos no podías elegir”- y que había sido campeón nacional de esgrima –“…y bueno, al final gané el campeonato de España”-.
Al paso de un ángel, (¿que podía decir después de todas las historias que estaba escuchando?), le pregunté si su colección de Jazz era muy extensa, (evidenciando esa debilidad por las cifras que, según el Principito, tenemos los mayores), lo que originó el relato de otra historia no menos sorprendente. (Continúa en...)

1 comentario:

Esteban Novillo dijo...
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Para el que sabe ver todo es transitorio