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domingo, 16 de noviembre de 2008

ALLEGRO SOSTENUTTO. (y II).

(Viene de...) Terminaban los años ’70 y algunas de las familias que años atrás emigraron a otros países, regresaban para instalarse de nuevo en su lugar de origen. Tal fue el caso de “Las Francesas”, dos hermanas que nacieron en el país vecino mientras sus padres se afanaban en ahorrar todo lo que podían con tal de poder montar algún negociete a su regreso, un taller de carpintería en este caso. Venían a ser de la quinta de mi hermana, unas preadolescentes que llamaban la atención con su exótico encanto, -aunque después, "pegdido el grasejo de su donaigoso asento", resultaran ser más del pueblo que una lechuga-.
Con tal de integrarse cuanto antes en la gazmoña comunidad que era mi pueblo -bueno, hay cosas que nunca cambian-, sus padres enseguida las apuntaron a las clases del sacristán y para que hicieran pronto amigos, cada tarde les daban dinero para simpatizar con el personal. Una de esas tardes, mientras mi madre buscaba nuevos argumentos para que fuera con mi hermana a aprender música, le sonó la flauta por casualidad:
- ¡Anda,… llévatelo! -alentó a mi hermana con un gesto cómplice-.
- ¡Anda nene, vente, que nos van a convidar “las francesas” -dijo para captar mi atención-. Y la captó.
Me explicó la historia de las gabachas y cómo iban convidando a todo quisque a chucherías, incluso a los hermanos más pequeños de sus compañeras de solfeo.
- ...pero tienes que venir a clase para que no piensen que solo vas a que te conviden. -remató-.
- Bueno, pero como no conviden, ya no voy mas. -dije sin poder dejar de sentir toda la tarde que había caído en una encerrona, máxime cuando mi hermana me presentó al sacristán como su nuevo alumno-. Así comenzó mi carrera musical.
A mitad de la clase yo ya me quería ir. El sacristán me encomendó para empezar, que supiera identificar las líneas de los espacios y pasé la tarde recitando “mi-sol-si-re-fás” y “fa-la-dó-mis” hasta el aburrimiento. Si no abandoné en mi primer día, fue por la promesa de mi hermana de que si no invitaban “las francesas” me invitaría ella.
Y llegó el momento. Terminada la clase, las francesas fueron rodeadas por una caterva de acólitos sedientos de azúcar, que se hacían los remolones para ver si salía de ellas proponernos acompañarlas al pretendido ágape. Viendo que no, la más valiente -e impaciente, claro- inquirió:
- ¿Hoy no vais a invitar?,... He traído a mi hermano. -como tratando de convencerlas de que aquella era una tarde especial-
- ¡Y yo al mío! -espetó mi hermana sacándome los colores-. Supongo que corroborando aquel pobre argumento, se hacía notar para no perderse lo que viniera.
A las pobres forasteras no les quedaba mas remedio que agradar a aquella descarada turba, así que consintieron que fuésemos a festejarlo a la confitería del centro del pueblo, “la confitería de Manuela” -dios la tenga en su gloria-. Sin duda, aquel lugar es uno de los recuerdos más dulces que atesoro. Sólo el olor alimentaba. Cierro los ojos y veo los vivos colores de los caramelos de fruta,… de gominola, masticables, “Chimos”, “Pez”, “Sugus”, chicles,… pirámides de piruletas y chupachups, cigarrillos de chocolate, "palotes", regaliz,… galletas envasadas en cajitas de lata, “Poskitos” y “tigretones”, brazos de gitano, dulces de nata, de crema, de coco, con guinda,… bollos, bizcochos, pastas para el té,… ¡Ejem!,… quería decir que elegir entre todo aquel arsenal era una tarea dificilísima, aunque, mas difícil era para “las francesas” administrar los cuartos para que hubiera para todos. Pero al final, todos contentos.
Después del disfrute de aquél ambigú, vendrían un par de tardes más en las que nos pusimos las botas con las hermanas, hasta que la costumbre se hizo insostenible para ellas, que veían como el grupo se acrecentaba cada vez más. Y bueno, entre que las francesas cortaron el suministro y que el sacristán tenía más mala follá que un bombero -con todos mi respetos para el cuerpo-, dejé de ir a las clases de solfeo.
Y ahí acabó mi carrera musical.

4 comentarios:

Isabel dijo...

Allegro sostenuto,amigo...
:-))
Cómo me he reido y disfrutado con esa descripción de "la confitería de Manuela -dios la tenga en su gloria-.".
Quizás es que he recordado escenas de películas que reflejan toda esa época;casi la hemos pasado de puntillas y ahora,sin embargo,da sus buenos frutos,tal y como reflejas en esta preciosa entrada;que,por cierto, me parece estar viendo en pantalla grande.;-)
Ha sido una gozada leerte,amigo.
Allegro molto vivace.;-)

Manolo Merino dijo...

Isabel,
¡Pero que buen titulo!, ¡justo el que buscaba!. Por favor, permiteme rebautizar la entrada utilizandolo.
Mil gracias, amiga.
xxxooo.

Isabel dijo...

Jaja,bueno,aunque no sé italiano y no lo escribí quizás como debiera,me "allegro" igualmente que te guste.Buen día para ti. :-)

CONSCIENCIA dijo...

Me parecio ver alguna pelicula de la epoca. Me hicistes reir. Cuidate

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Para el que sabe ver todo es transitorio