________________________________________________
________________________________________________

martes, 15 de agosto de 2006

PICNIC URBANO

Cuando comenzamos a estudiar la carrera, todos los que coincidíamos por aquella época en la Escuela, adolecíamos de un considerable despiste pueblerino y una ingenuidad pasmosa, por muy mayor, lanzado o capitalino que uno fuera.
Era esa inexperiencia, la cualidad que nos empujaba a participar de cualquier propuesta con una arrebatadora naturalidad provinciana. Compartíamos nuestra ignorancia, curioseábamos en nuestros corazones, nos aventurábamos a todo lo nuevo y resolvíamos el devenir de los acontecimientos con una rica imaginación (y un pobre bolsillo).
En ese contexto nació la tradición del “Picnic urbano”, una diversión que practicábamos un grupo de cuatro “afínes” consistente en algo tan simple como abastecerse de algún refrigerio e irse a cualquiera de los rincones que la capital ofrecía, para disfrutar de nuestra compañía y la adquisición gastronómica de turno.
Cualquier sitio era bueno para nuestro peculiar esparcimiento, la escalinata de la escuela, algún desastrado banco del parque, el pretil de alguna recóndita placita,… incluso, algún transitado portal de cualquier comercio. Allí, además de compartir el refresco, coquetear con el tabaco o aprender a comerse el yogurt con la tapa, interpretábamos la vida, nos ilusionábamos con el futuro, abríamos nuestro corazón y abandonábamos formalismos para jugar a ser nosotros. Nos inventábamos la vida y por aquel entonces nos gustaba que se pareciera a un picnic.

Ahora, el panorama parece ser otro. Ya con años y sabiendo que la experiencia duele, la tendencia es huir de la ingenuidad. Desdeñamos nuestra natural condición provinciana, para acentuar el artificioso carácter urbanita del anonimato, la prudencia, la asepsia y la autosuficiencia. Temerosos de lo desconocido, nos refugiamos con indolencia en cualquier ñoña costumbre. Cegados por añejas decepciones, disgustos y prejuicios, nos mostramos desconcertados, -o incluso angustiados-, ante cualquier disyuntiva que se nos presenta. Atesoramos dogmáticamente lo aprendido y ocultamos nuestra ignorancia tras una máscara de sensatez y competencia.
En nuestro empeño por evitar el sufrimiento, nos esforzamos en construir límites y más límites: Nos refugiamos en la moderación, nos resignamos a las creencias heredadas, nos atamos a la conveniencia, recelamos del porvenir. Nos refugiamos tras un muro construido, -y reforzado a cada rato-, con el miedo, la soberbia, la intransigencia, el abatimiento,... Un muro levantado a costa de nuestra frescura, nuestra fuerza, nuestra imaginación y nuestra capacidad de juego.
Yo de momento hago graffiti en ese muro, así descubro de que lo he construido. Sé que lentamente se irá desmantelando con cada sonrisa que esboce, cada proyecto que me embarque, cada nueva experiencia que aparezca, cada verdad que conozca, cada escucha, cada lectura,…cada propuesta que haga para desmantelar nuestros muros.
¿Qué tal un picnic?… ¿Urbano?.

3 comentarios:

Isabel dijo...

Nos vamos cubriendo de finas capas como una cebolla, eso lo único que hace es alejarnos de nuestra propia esencia y naturalidad.Al final nos convertimos en un muro más, separados unos de otros,un refugio más sin oxigeno suficiente...Un abrazo.

Anónimo dijo...

MI MEMORIA EMOCIONAL NO HA BORRADO AÚN ESOS PICNIC URBANOS, LA SENSACIÓN DE LIBERTAD A LA PAR QUE DE UNIDAD CON Y EN EL UNIVERSO... UNA FUERZA MÁS ALLÁ -O QUIZÁS MÁS ACÁ- DE LO NATURAL Y DE LO HUMANO NOS COMPACTABA A LA VEZ QUE NOS EMPUJABA DE ALGUNA MANERA HACIA EL INTERIOR DE ESA BORÁGINE DE EMOCIONES, SENTIMIENTOS, DESCUBRIMIENTO DE LA CIUDAD Y DE NOSOTROS MISMOS... LA PLAZA DEL PATO, LA DE LA MERCED, LA CALLE VICARIO...EL BATIDO DE VAINILLA Y/O FRESA, ALGÚN QUE OTRO EXPERIMENTO CULINARIO... NOS SENTÍAMOS DIFERENTES AL RESTO DEL MUNDO Y REALMENTE LO ÉRAMOS....Y DE AQUELLOS BARROS, ESTOS LODOS... SERÍA BONITO PODER REPETIR ALGÚN DÍA ALGUNO DE ESTOS PICNIC... QUI LO SA....BESOS MERINO

Ana dijo...

He llegado hasta aquí a través de un enlace. Había leído la entrada hace ya unos meses pero entonces no existía este último comentario; por el uso indiscriminado de las mayúsculas, los detalles concretos y la indiscreta despedida, no me ha sido difícil reconocer a esta anónima. Me ha hecho pensar que en "tu espacio" hemos coincidido tres de los que formábamos el grupo, aunque supongo que el cuarto en discordia también se habrá paseado por aquí aunque no haya dejado su huella en forma de palabras. Si tenemos en cuenta que, además, todo ocurre en el mismo instante, de alguna manera, ahora estamos aquí.

Gracias por propiciar el encuentro.

____________________________________________

Para el que sabe ver todo es transitorio