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sábado, 5 de mayo de 2007

JAQUE EN TREN. (I).

De pequeño tuve que conformarme con imaginar que tenía un tren eléctrico con muchos metros de vía mientras jugaba con los tacos de madera que se desechaban en la carpinteria del barrio. En aquellos veranos de mi infancia, cuando una ráfaga de viento me traía el sonido de los convoyes al pasar por la estación -distante a un par de kilómetros más al Sur-, deseaba en lo más profundo de mi ser contar algún día con la oportunidad de poder hacer un viaje en alguno de esos trenes. Tendría que esperar bastante tiempo para hacer mi primer viaje y cuando llegó, la época en la que deseaba manejar trencitos eléctricos quedaba ya muy lejana. Cuando subí la primera vez a un tren estaba totalmente fascinado y no podía imaginar la infinidad de kilómetros que con el tiempo sumaría viajando entre vagones.
Fueron bastantes los años en los que movido por la pasión, -el deseo de verla cuanto antes era mi motor-, realicé numerosos viajes en trenes que me llevaban a su encuentro sin importarme el hecho de hacer transbordos o tener que esperar en alguna desierta estación hasta que el tren se volviera a poner en marcha tras una larga parada. Muchos de esos viajes fueron de madrugada en los que al final, llegaba a cogerle el tranquillo a aquellos rígidos asientos para poder descabezar algún sueño antes de llegar a mi destino. Las veces que viajaba durante el día, me gustaba ir aprovisionado con todo aquello que me pudiera entretener en mi vigilia ferroviaria. Como había de estar varias horas viajando, ideaba cualquier entretenimiento para hacer el rato más ameno, asi que además de mi trillado walkman, procuraba llevar algo para leer, libros, folletos, revistas especializadas en música o cine y sobre todo el periódico -porque antes de incorporar Internet a mi vida era de los que compraba el periódico con relativa frecuencia-. Hubo un tiempo en el que mi interés por el ajedrez me llevaba a rehacer la partida resuelta que ofrecía el diario, por lo que también no olvidaba echar en el macuto un pequeño tablero magnético para intentar digerir algo del buen hacer de los grandes maestros, Capablanca, Petrosian, Spassky, Fischer,… (Continúa en...).

1 comentario:

Stephy dijo...

He sensacional la cantidas de momentos que guardan, trasladando entre bosques, pueblos y cielos trapasando fronteras. He viajado un par de veces en trenes aca en Chile y cuando vuelva a tomar uno para ir al sur del mundo sin duda me acordare de este recuerdo tan tuyo tb y ahora mio al leer.

besos
:)

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Para el que sabe ver todo es transitorio