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lunes, 2 de julio de 2007

SIN PROBLEMA.

Acompaño durante este fin de semana a una amiga en sus quehaceres en Málaga para de paso pasear y conocer algo más la ciudad. En la mañana del sábado damos un estimulante paseo por el centro donde localizamos el museo Picasso, identificamos la iconografía de alguna iglesia y disfrutamos de los veladores de bares y tascas -alguna de esas en las que se cuelgan fotos de personajes famosos para certificar su visita al local-. Todo el rato charlando animadamente sobre el comportamiento humano y otros menesteres.
Llegada la hora, decidimos comer en un restaurante vegetariano. Ya sentados a la mesa, pasamos un ratito sumergidos en la exploración de un menú repleto de apetecibles sugerencias, hasta que por fin nos decidimos. En ese rato se acercan hasta tres camareros para tomarnos nota: dos chicas con cierto acento americano -del sur digo- y un chico aparentemente autóctono. Al final pedimos la comida a la chica más alta, la última en atendernos, después de indagar, eso sí, en los ingredientes de algunos platos. Nos decantamos por una tapita de callos veganos y endivias con hummus rojo para compartir, además de musaka vegetariana de berenjenas para mi omnívora amiga y un Rissoto para mí tras asegurarme de que no llevara huevo o ningún tipo de lácteo. También elegimos un vino.
La primera chica nos arrima las endibias y al llamarle la atención la leyenda de mi camiseta, intercambiamos algunas palabras. Poco después aparece el chico anunciando arroz con verduras. Le hago saber que en realidad era rissoto lo que pedí.
- No hay problema –comenta mientras se lo lleva-.
Al rato me trae él mismo el plato. Cuando tomo el primer bocado noto el sabor empalagoso de la leche. A una seña, viene la primera chica y le advierto de lo que ocurre:
- ¿Este plato lleva algo de queso o nata?
- Si, lleva parmesano. -señala complaciente-
- Oh,… me aseguré de que no llevará ningún lácteo -le aclaro-.
- Ah,… no se preocupe la chica no debió entender. No hay problema, se lo cambio.
- En ese caso el arroz con verduras que me trajisteis al principio estará bien.
- Muy bien,… ¿Es usted vegano?
- Si,… si.
La chica alta nos trae el resto de la comida disculpándose por el malentendido.
- No hay problema -digo haciendo hincapié en que no importa-.
Mientras disfrutamos de las viandas, no reparamos en que el vino no se nos sirvió probablemente porque la comanda había caído en el olvido de tanto ir y venir. En ese momento nos apeteció beber algo pero pensamos que ya no había lugar para el vino y decidimos tomar agua, así que volvimos a llamar. Acude la primera chica.
- ¿Todo bien?
- Si, solo que se os pasó el vino.
- Oh, ¿no lo trajeron?,… disculpen. ¿Se lo sirvo?
- Bueno,… Hemos pensado que será mejor tomar agua.
- No hay problema -dice-. Ahora mismo la traemos.
Aparece diligentemente la chica mas alta trayendo el agua y volviéndose a disculpar y de nuevo buscamos alguna palabra amable para transmitirle que realmente no hay ningún problema.
Disfrutamos de nuestra comida y así se lo hicimos saber a la chica alta cuando nos preguntó al traernos la cuenta, pero al mirar la suma nos percatamos de que no habian incluido el arroz así que de nuevo volvimos a llamar.
- Perdona se os ha pasado sumar el arroz.
- Oh,… ¡Todo mal! -expresa contrariada-.
- No te preocupes, no importa… No hay problema -digo sonriendo-.
Nos despedimos entre sonrisas porque realmente no hubo ningún problema, aunque llegué a pensar que podría resultar un problema que la continuidad de la chica en el trabajo dependiera de aquella tarde.

2 comentarios:

Ximena dijo...

¡Qué divertido! Y que bueno que fluiste con todo, porque a la hora que te pilla con mucha hambre y mal humor no habria sido lo mismo... Felicitaciones, buena forma de tomárselo!!

Un abrazo JHWH!!

Xime

Anónimo dijo...

Me ha gustado!

Bravo!

Vengo aquí desde El Testigo Silencioso... feliz hallazgo!

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Para el que sabe ver todo es transitorio